Macbeth, la tragedia del poder según Verdi
El martes vuelve al Teatro Colón la ópera en la que el compositor italiano dejó su propia versión del drama de William Shakespeare con un asunto más contemporáneo que nunca
Si Giuseppe Verdi hubiera sabido inglés, probablemente no habría escrito Macbeth, ni Otello ni Falstaff. Pero no sabía, y entonces salimos ganando de esa ignorancia. La conexión de Verdi con Shakespeare fue de toda la vida: va desde su período temprano hasta su madurez y comprende además una versión de King Learque quedó sin realizar. Macbeth ocupa en esa serie un lugar crucial porque fue el inicio y porque en ella Verdi estuvo ya en plena posesión de sus recursos dramáticos. Esto queda claro cuando se advierte que, en realidad, Verdi no le “puso música” a las palabras de Shakespeare (pocos que conozcan el original se habrían atrevido a tanto). Hizo directamente otro Macbeth, uno verdiano, el suyo.
Macbeth, que vuelve el martes al Teatro Colón con puesta de Marcelo Lombardero y dirección musical de Stefano Ranzani, reunía tres particularidades que se aclimataban muy bien al paisaje novecentista, el que Verdi ayudó a crear y al que se sentía especialmente inclinado: la pieza era a la vez histórica, psicológica y realista. Precisamente como no sabía inglés, no era el sonido lo que Verdi buscaba en el original (después de todo, el sonido era cosa suya): el compositor estaba fascinado por la tragedia del poder, por la naturaleza trágica que implica poseerlo y por la tragedia misma que justifica su conquista. Verdi no se propuso el simple relato del asesinato de un rey tolerante y magnánimo; más bien, hizo una microscopía psicológica de Macbeth y Lady Macbeth.
El Macbeth de Verdi está lleno de detalles característicos y esto justamente porque lo que importa es lo mínimo, el modo en que el poder se juega en las minucias de la intimidad. Tanto le importaba la historia a Verdi que él mismo escribió una versión completa en prosa y le pidió a Francesco Maria Piave que la resolviera en verso. Poche parole!, le pedía al libretista. La economía motívica y estructural de Macbeth es de veras asombrosa.
Visto así, Macbeth introduce un punto de giro en el género. Verdi se sirvió de Shakespeare para dar el salto del antiguo melodrama al drama musical moderno. Lo sabemos: no hay nada más contemporáneo, que la tragedia de Macbeth porque el deseo de poder es siempre contemporáneo. Hasta Macbeth, Verdi había cumplido con las prescripciones de la ópera italiana; a partir de Macbeth, fue él mismo quien estableció esas prescripciones.
De los preparativos para el estreno florentino de 1847, tenemos el testimonio de Marianna Barbieri-Nini, la soprano en el papel de Lady Macbeth, que prueba la minuciosidad y el cuidado casi amoroso que Verdi, de 33 años, tenía por esa ópera. “Nadie me va a creer, pero la sola escena del sonambulismo demandó más de tres meses de ensayos. […] Y el dúo «Fatal, mia donna!» se ensayó ciento cincuenta veces.” Verdi sabía lo que hacía. Dijo en una carta: “Los dos números más importantes son el dúo entre Lady Macbeth y su marido y la escena del sonambulismo. Si fallan, la ópera entera fracasa”. Aunque viajó a Londres, vio el Macbeth shakespeariano y otro libretista, Andrea Maffei, reescribió un par de escenas, esto no cambiaría en la versión revisada de 1865. Son las dos escenas más íntimas de la ópera, aquellas en las que las palabras casi que no debían ser cantadas sino dichas.
Verdi escribió esta ópera con la tinta más oscura. Lo más luminoso que hay en su Macbeth no pasa de ser amargamente ceniciento.
Macbeth
de Giuseppe Verdi
Dirección Musical: Stefano Ranzani
Dirección de escena: Marcelo Lombardero.
Reparto, Fabián Veloz, Chiara Taigi, Alex Teliga, G. López Manzitti.
Funciones, martes, sábado, martes 4 de octubre, miércoles 5 y viernes 7, a las 20; domingo 2, a las 17. Hoy habrá un ensayo general gratis a las 17.
http://www.lanacion.com.ar/1940998-macbeth-la-tragedia-del-poder-segun-verdi